sábado, 26 de abril de 2014

Perfil (Germán Santamaría, el describidor descrito)


Un tolimense altamente galardonado, un padre de familia, un esposo y uno de los considerados mejores periodistas de Colombia. Ese es Germán Santamaría Barragán, el que es el día de hoy y desde hace 3 años el embajador de Colombia en Portugal gracias a su capacidad para generar relaciones, según resaltó el presidente Juan Manuel Santos.

Famoso por su cubrimiento de la tragedia de Armero como reportero para el periódico El Tiempo, dio cuenta de su habilidad con las palabras y su sentido humano como hincapié para sensibilizar y crear solidaridad en un país agobiado por la guerra interna y la tragedia.

sábado, 5 de abril de 2014

Vídeo audios

Primera parte: https://www.youtube.com/watch?v=wjzB3b3oIm8&feature=youtu.be

Segunda parte:https://www.youtube.com/watch?v=H2248k-JLtw&feature=youtu.be

sábado, 29 de marzo de 2014

Crónica

Enlaces de interés

Vídeo que explica como practicar este deporte, y características del deporte nacional colombiano. Semuestra muchos sujetos gordos y es patrocinado por cervecerías.


Video en el que un extranjero se le enseña cómo jugar tejo.
 Hipervínculo:
http://delaurbe.udea.edu.co/2012/11/23/en-envigado-el-tejo-renace-de-las-cenizas/
Crónica de cuandos e incendiaron las canchas de tejo de Envigado.

En Envigado el tejo no es para borrachos
Por: Daniel Felipe Builes Ospina
Correo electrónico: bui23@hotmail.com

Es una tarde lluviosa en la que Maria Cristina Duarte le enseña a jugar tejo a tres extranjeros. Les explica donde está el bocín, que pasa si explota cualquiera de las dos mechas y al instante lanza un tejo como muestra, que da a un lado del bocín y se incrusta en el barro; Ella sonríe y vuelve a una pequeña caseta de ladrillo, donde almacena tejos y mechas.
Es un lugar simple la cancha de tejo de Envigado, consiste en ocho plazas rodeadas de sillas y mesas, las cuales sirven para sentarse a descansar o anotar los puntos de quien esté jugando. Al lado del campo hay unos baños y una caseta, lugar de trabajo de Maria Cristina, administradora del lugar hace más de 14 años. Al frente hay una fábrica de madera, que hace ver pintoresco a lo lejano el sitio y que dio proporción al incendio de hace dos años, que acabó con las instalaciones de tejo del polideportivo Sur de Envigado, las únicas de este municipio.
La familia de la administradora es sonriente, su esposo y nieto se entretienen en una mesa de la caseta con un rompecabezas, son amigables y muy familiares. “Lo importante del tejo es la familiaridad, resaltar el único deporte colombiano” sostiene Maria Cristina, mirando la lluvia y preguntándose cuándo va a acabar para que más clientes se motiven a llegar.
“El cliente fijo de este establecimiento es la gente que trabaja entre semana” me dice Cristina mientras nos tomamos una cerveza sentados en la mesa donde paralelamente arman un rompecabezas, “La gente piensa que quien juega tejo es el típico borracho panzón, pero al menos en el Valle de Aburrá eso no es así, incluso la mayoría de mis clientes habituales no beben”.
En el escenario hay tres personas, un hombre y una mujer colombianos radicados en Estados Unidos y uno oriundo de Miami. Ellos disfrutan mucho jugando tejo, y expresan su alegría por medio de gritos y carcajadas. Ni siquiera se percatan que están jugando el deporte nacional colombiano. Sebastián Arenas Castro, colombiano nacido en Miami, con acento tropical se lamenta no poder explotar ninguna de las mechas, mientras sus compañeros ríen y toman fotos al lugar. Después de un rato se van y dejan el lugar vacío.
Según Maria Cristina en Envigado está la única cancha en Antioquia que maneja mini tejo, homólogo del tejo pero con espacio reducido a la mitad. Allí un grupo de 45 señoras entre 50 y 80 años practican el deporte religiosamente todos los sábados a las ocho y media de la mañana. Además existe un club de tejo en Envigado, conformado por 25 socios a los que se les cobra una cuota mensual de 5000 pesos, y que están constantemente haciendo rifas y sancochos para beneficio económico del establecimiento. Estos son los aficionados habituales de este deporte en el Área Metropolitana de Antioquia, tipo de gente que rompe con el estereotipo que culturalmente nos crea la imagen del jugador de tejo, la persona bebedora de cerveza y apostadora.
Mateo Tangarife Duarte es el nieto de la dueña del local. Es un niño alegre, tímido y reservado. Le pregunto si sería capaz de ganarme jugando y lo reto a una partida de tejo. “Desde los tres años juego tejo, me lo enseñó mi abuelo” dice Mateo mientras espera su turno. “Me estoy preparando para los departamentales”. Mateo es Sub 21 en tejo, aunque solo tiene diez años. Él compite contra tejistas de incluso once años mayores que él, con mayor fuerza y largo del brazo, pero aún así su abuela me dice que “en el tejo no importa la fuerza, sino la precisión, algo que un niño puede tener mejor que alguien mayor”
Al rato de jugar, Mateo se ríe de mí, ni siquiera logró sacarle un punto. “Algún día quisiera ser tejista profesional, ese es mi sueño” se vanagloria el niño al notar la fragilidad de su rival en el deporte.
Los departamentales para los que se prepara Mateo competen a cuatro regiones del departamento: las áreas sur, norte, noroccidental y nororiental; Esto significa el segundo rompimiento de un estereotipo, la creencia que el tejo se juega solo en tierras frías, puesto que en Antioquia compiten varios municipios tanto fríos como calientes. Para este evento se hace una eliminatoria por región, el equipo campeón de las eliminatorias representará a su región correspondiente en los Juegos Departamentales, con fecha en Noviembre y escenario sin confirmar.
Al lugar entran cuatro personas, conocidas de Maria Cristina y Mateo. Ellos por su cuenta entran en la caseta y escogen los tejos con los que quieren jugar. Mientras ellos se preparan Maria Cristina me cuenta “Una vez decidimos montar un grupo de niños en un colegio para que practicaran tejo, un grupo muy bueno avalado por el INDER. Entonces los padres de familia renegaron con el argumento de que el tejo es para borrachos y se fueron saliendo uno por uno. Nuestro deporte es víctima de la mala cultura”
Ya los cuatro sujetos que entraron al lugar juegan tejo, a distancia doble de lo regular, de extremo a extremo. Ellos están serios, se toman profesionalmente su pasatiempo, mientras comen papas fritas y toman gaseosa, apenas uno de ellos bebe cerveza.
Al cabo de un tiempo dan a saber que apuestan dinero, y no conceden entrevistas debido a la concentración que les exige el momento. Todos son amables, gozan de la compañía de su rival, se burlan de las malas jugadas del otro y se halagan egocéntricamente cuando dan a la mecha.
A veces en este lugar se hacen asados y sancochos, Maria Cristina es la encargada de cerrar el otro acceso al Polideportivo Sur de Envigado, una reja que da a la calle Primavera donde se cogen los taxis en horas tardías para la gente que se queda en el lugar. “Algunos universitarios vienen y se enrumban. Yo les cojo las placas a los taxis para evitar peligros” dice ella gritando, al oír el estallido de una mecha.
Es de mucho contraste este juego en Antioquia, comparado a como se juega en Boyacá y Cundinamarca. En esta región las empresas cerveceras casi no patrocinan la práctica del también llamado Turmequé, y el perfil del jugador es diferente al igual que el clima; mientras que en Cundinamarca y Boyacá, el sujeto se asocia con ruana y cerveza, o al menos así lo dicta la idiosincrasia.