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Vídeo que explica como
practicar este deporte, y características del deporte nacional colombiano.
Semuestra muchos sujetos gordos y es patrocinado por cervecerías.
Video en el que un
extranjero se le enseña cómo jugar tejo.
En Envigado el
tejo no es para borrachos
Por: Daniel
Felipe Builes Ospina
Correo
electrónico: bui23@hotmail.com
Es una tarde
lluviosa en la que Maria Cristina Duarte le enseña a jugar tejo a tres
extranjeros. Les explica donde está el bocín, que pasa si explota cualquiera de
las dos mechas y al instante lanza un tejo como muestra, que da a un lado del
bocín y se incrusta en el barro; Ella sonríe y vuelve a una pequeña caseta de
ladrillo, donde almacena tejos y mechas.
Es un lugar
simple la cancha de tejo de Envigado, consiste en ocho plazas rodeadas de
sillas y mesas, las cuales sirven para sentarse a descansar o anotar los puntos
de quien esté jugando. Al lado del campo hay unos baños y una caseta, lugar de
trabajo de Maria Cristina, administradora del lugar hace más de 14 años. Al
frente hay una fábrica de madera, que hace ver pintoresco a lo lejano el sitio
y que dio proporción al incendio de hace dos años, que acabó con las
instalaciones de tejo del polideportivo Sur de Envigado, las únicas de este
municipio.
La familia de la
administradora es sonriente, su esposo y nieto se entretienen en una mesa de la
caseta con un rompecabezas, son amigables y muy familiares. “Lo importante del
tejo es la familiaridad, resaltar el único deporte colombiano” sostiene Maria Cristina,
mirando la lluvia y preguntándose cuándo va a acabar para que más clientes se
motiven a llegar.
“El cliente fijo
de este establecimiento es la gente que trabaja entre semana” me dice Cristina
mientras nos tomamos una cerveza sentados en la mesa donde paralelamente arman
un rompecabezas, “La gente piensa que quien juega tejo es el típico borracho
panzón, pero al menos en el Valle de Aburrá eso no es así, incluso la mayoría
de mis clientes habituales no beben”.
En el escenario
hay tres personas, un hombre y una mujer colombianos radicados en Estados
Unidos y uno oriundo de Miami. Ellos disfrutan mucho jugando tejo, y expresan
su alegría por medio de gritos y carcajadas. Ni siquiera se percatan que están
jugando el deporte nacional colombiano. Sebastián Arenas Castro, colombiano
nacido en Miami, con acento tropical se lamenta no poder explotar ninguna de
las mechas, mientras sus compañeros ríen y toman fotos al lugar. Después de un
rato se van y dejan el lugar vacío.
Según Maria
Cristina en Envigado está la única cancha en Antioquia que maneja mini tejo,
homólogo del tejo pero con espacio reducido a la mitad. Allí un grupo de 45
señoras entre 50 y 80 años practican el deporte religiosamente todos los
sábados a las ocho y media de la mañana. Además existe un club de tejo en
Envigado, conformado por 25 socios a los que se les cobra una cuota mensual de
5000 pesos, y que están constantemente haciendo rifas y sancochos para
beneficio económico del establecimiento. Estos son los aficionados habituales
de este deporte en el Área Metropolitana de Antioquia, tipo de gente que rompe
con el estereotipo que culturalmente nos crea la imagen del jugador de tejo, la
persona bebedora de cerveza y apostadora.
Mateo Tangarife
Duarte es el nieto de la dueña del local. Es un niño alegre, tímido y
reservado. Le pregunto si sería capaz de ganarme jugando y lo reto a una
partida de tejo. “Desde los tres años juego tejo, me lo enseñó mi abuelo” dice
Mateo mientras espera su turno. “Me estoy preparando para los departamentales”.
Mateo es Sub 21 en tejo, aunque solo tiene diez años. Él compite contra
tejistas de incluso once años mayores que él, con mayor fuerza y largo del
brazo, pero aún así su abuela me dice que “en el tejo no importa la fuerza,
sino la precisión, algo que un niño puede tener mejor que alguien mayor”
Al rato de
jugar, Mateo se ríe de mí, ni siquiera logró sacarle un punto. “Algún día
quisiera ser tejista profesional, ese es mi sueño” se vanagloria el niño al
notar la fragilidad de su rival en el deporte.
Los departamentales
para los que se prepara Mateo competen a cuatro regiones del departamento: las
áreas sur, norte, noroccidental y nororiental; Esto significa el segundo
rompimiento de un estereotipo, la creencia que el tejo se juega solo en tierras
frías, puesto que en Antioquia compiten varios municipios tanto fríos como
calientes. Para este evento se hace una eliminatoria por región, el equipo
campeón de las eliminatorias representará a su región correspondiente en los
Juegos Departamentales, con fecha en Noviembre y escenario sin confirmar.
Al lugar entran
cuatro personas, conocidas de Maria Cristina y Mateo. Ellos por su cuenta
entran en la caseta y escogen los tejos con los que quieren jugar. Mientras
ellos se preparan Maria Cristina me cuenta “Una vez decidimos montar un grupo
de niños en un colegio para que practicaran tejo, un grupo muy bueno avalado
por el INDER. Entonces los padres de familia renegaron con el argumento de que
el tejo es para borrachos y se fueron saliendo uno por uno. Nuestro deporte es víctima
de la mala cultura”
Ya los cuatro
sujetos que entraron al lugar juegan tejo, a distancia doble de lo regular, de
extremo a extremo. Ellos están serios, se toman profesionalmente su pasatiempo,
mientras comen papas fritas y toman gaseosa, apenas uno de ellos bebe cerveza.
Al cabo de un
tiempo dan a saber que apuestan dinero, y no conceden entrevistas debido a la
concentración que les exige el momento. Todos son amables, gozan de la compañía
de su rival, se burlan de las malas jugadas del otro y se halagan
egocéntricamente cuando dan a la mecha.
A veces en este
lugar se hacen asados y sancochos, Maria Cristina es la encargada de cerrar el
otro acceso al Polideportivo Sur de Envigado, una reja que da a la calle
Primavera donde se cogen los taxis en horas tardías para la gente que se queda
en el lugar. “Algunos universitarios vienen y se enrumban. Yo les cojo las
placas a los taxis para evitar peligros” dice ella gritando, al oír el
estallido de una mecha.
Es de mucho
contraste este juego en Antioquia, comparado a como se juega en Boyacá y
Cundinamarca. En esta región las empresas cerveceras casi no patrocinan la
práctica del también llamado Turmequé, y el perfil del jugador es diferente al
igual que el clima; mientras que en Cundinamarca y Boyacá, el sujeto se asocia
con ruana y cerveza, o al menos así lo dicta la idiosincrasia.